Como la fiel asistente que era, Rocío tuvo que seguirle la corriente a su jefe cuando este sufrió un cuadro amnésico producto de un accidente de coche. Las recomendaciones del médico habían sido claras y debía hacerle caso en todo. Julián Goic estaba perdido en la bruma de su memoria, pero tenía la suficiente lucidez como para seducirla y ella, que lo amaba en secreto, estaba a merced de sus avances. Su lucha interna entre hacer lo correcto y el deseo de ceder la mantenían en un limbo emocional constante. ¿Cómo resistirse al hombre que siempre ha querido aun sabiendo que es incorrecto e inmoral rendirse?