Eran las voces de los tres hermanos Bridgerton mayores: Anthony, Benedict y Colin. Estaban conversando como suelen conversar los hombres, con muchos gruñidos y gastándose bromas entre ellos. A ella siempre le encantaba observar a los Bridgerton cuando hablaban entre ellos de esa manera; qué maravillosa familia formaban. Los vio a través de la puerta abierta, pero no oyó lo que estaban diciendo hasta que llegó al umbral. Y como para confirmar la inoportunidad que había atormentado toda su vida, la primera voz que escuchó fue la de Colin, y sus palabras no eran amables: -... y ciertamente no me voy a casar con Penelope Featherington. -¡Ah! La exclamación se le escapó de los labios antes de que pudiera pensar, una especie de chillido que perforó el aire como un silbido desentonado. Los tres hermanos se giraron a mirarla con caras igualmente horrorizadas, y ella comprendió que se había metido en los que sin duda serían los cinco minutos más horribles de toda su vida.