¿Sabes qué? Quererte dolía. Creer en nosotros dolía. Saber que todo se trataba de una mentira, saber que iba a durar muy poco. Quererte era como caminar hacia un precipicio en el que siempre supe que iba a caer, pero seguí avanzando. Me hiciste pedazos, me diste felicidad y luego me la sacaste de las manos tan fácilmente. Me hiciste sentir especial, para después hacerme entender que nada iba a durar para siempre. Lo nuestro fue un cuento de hadas sin hadas, lleno de enormes monstruos disfrazados de príncipes. Me hiciste pedazos, y aún así te quise con cada uno de ellos. Te llevaste mis mejores sonrisas para luego dejar tristezas y llantos. Fuiste y viniste una y otra vez, sabiendo que yo siempre iba a estar ahí como una boluda. Te quise y te odie mil veces. Te olvidé y volviste otras mil, para no sé, hacerme confundir. Fui tuya, y vos nunca fuiste mio. Sólo sabes querer a medias, sin entregarlo todo, sin resignarte a nada. Y a pesar de todo, te quiero.