16 parts Ongoing MaturePensar que el tiempo es infinito... qué ingenuidad. A mis 23 años descubrí que, a veces, la vida te pone una cuenta regresiva sin previo aviso. Así que me fui. No para encontrarme, sino para escribir. Si me iba a morir, al menos quería terminar mi libro o morir en el intento.
Elegí Biarritz, un rincón silencioso al sur de Francia, donde el mar me hace compañía mientras peleo con las palabras. Cada día me levanto con la esperanza de que el final no me alcance antes de escribir el mío.
Y entonces apareció Evans, misterioso, imposible de descifrar. Habla poco, pero cuando lo hace, parece que todo se detiene. Carga con algo, lo sé, aunque no me lo diga. Tiene esa forma de mirar que incomoda y atrapa al mismo tiempo. Como si pudiera ver más de lo que yo estoy dispuesta a mostrar.
Él no sabe lo que me pasa. Ni yo sé si quiero que lo sepa. Porque por primera vez, siento que algo -alguien- me está haciendo dudar de rendirme.
No sé si tendré tiempo para todo, pero estoy aquí. Viviendo. Escribiendo. Esperando. Y quizá eso, aunque no sea para siempre, sea suficiente.