No somos monstruos

-Eres como yo, sabes?

-Lo se -mi cabeza reposo sobre su hombro -Somos piezas rotas que encajan perfectamente en el rompecabezas del otro.

-Te amo Arya, te amo más que a mis fantasmas, te amo más que a mi propia alma.

La guerra mágica había concluido pero las consecuencias seguían vigentes, la mayoría de alumnos del colegio de magia y hechicería tenían heridas no sólo físicas si no mentales, heridas que no se curarían tan fácilmente, heridas que ningún hechizo podría deshacer, y tendrían que vivir con ellas por el resto de sus vidas.

Los altos mandos del ministerio tomaron drásticas desiciones aquellos alumnos que no habían logrado culminar con sus estudios debían regresar a terminarlos agregando como última orden que la edad para su graduación sería hasta los veinte años, con la finalidad de que sus víctimas pudieran recuperar sus estudios, memorias, y sueños en su máxima totalidad.

El joven Draco Malfoy regresó sin imaginar que su vida estaría a punto de cambiar.

La señorita Arya Riddle ingresará ese mismo año con las frías miradas sobre su espalda por ser hija del asesino más grande del mundo mágico. Sin embargo Arya esconde un secreto, un secreto que estará apuntó de ser revelado.