Lucifer no era exactamente la persona que Alastor hubiera elegido para ayudarlo. Sin embargo, ahora que lo había hecho, podía sentir la maldita necesidad de regresarle el favor. El nunca debía favores. Su sombra, por otro lado, veía curiosidad ante aquel ser. La situación llevó a otra, y pronto la sombra de Alastor se encontró flotando en sensaciones que Alastor no comprendía. Pero que irremediablemente empezó a sentir a la vez. ¿Su sombra se había enamorado de Lucifer?