➥ 𝐄n el colegio 𝗝𝗼𝘀𝗲́ 𝗠𝗮𝗿𝗶́𝗮 𝗥𝗼𝗼𝘁, entre las aulas llenas de murmullos y el bullicio de los pasillos, ella descubrió a 𝗔́𝗹𝘃𝗮𝗿𝗼 𝗖𝗮𝘀𝘁𝗿𝗼. Sus ojos, profundos como el mar en calma, la atraparon desde el primer instante. Sentimientos desconocidos brotaron en su pecho, como 𝗺𝗮𝗿𝗶𝗽𝗼𝘀𝗮𝘀 𝗱𝗮𝗻𝘇𝗮𝗻𝗱𝗼 en un jardín primaveral. Cada encuentro con Álvaro era una montaña rusa de emociones: la timidez al cruzar miradas, la emoción al escuchar su risa resonando en los corredores. En un lugar donde los deberes y las pruebas dominaban, Álvaro se convirtió en el punto de fuga, en la razón por la que cada día en el colegio 𝗝𝗼𝘀𝗲́ 𝗠𝗮𝗿𝗶́𝗮 𝗥𝗼𝗼𝘁 tenía un matiz especial.