La boca cerrada, las palabras atragantadas, el pecho que se encoje en una nube negra que me pone de rodillas. El dolor de una vida infeliz. Me he acostumbrado.
"¿Qué es lo que te abruma, Marta?"
La libertad.
Porque me he acostumbrado a una vida de sufrimiento, a los tormentos de mi mente, a mentir. Me levanto de la cama por pura obligación, sigo mis días en el automático, hago lo que se espera de mí y ya está.
Es sencillo hacer lo que te conviene, cerrar los ojos a lo obvio. Sonreír a mi marido, mantener nuestro matrimonio de apariencias, agradecer a los cielos cuando se va y desesperarme cuando se acerca la fecha en que él volverá.
Mientras tanto, trabajar. Entre documentos, no pienso. Entre reuniones, no siento. Mi padre sonreí con mis resultados, pero valora mi hermano, aunque sea él el responsable por nuestra peor crisis. Una de la cual intento sacarnos mientras cargo el peso de una existencia que, por veces, no me gustaría tener.
Las cadenas de oro están derretidas sobre mi piel, la jaula es tachonada de diamantes.
Los sentimientos que cargo de toda una vida estaban cerrados en un seguro para que yo no tuviera que mirarlos, pero su presencia era la chispa que faltaba para explotarlo.
Fina.
El suelo se deshace. Caigo en el abismo. La hija perfecta se convierte en el garbanzo negro. Todo lo que conozco se torna ruinas porque ya no puedo ignorar la verdad. Sin las gafas que me pusieron, veo mi mundo tal como es por primera vez.
Saco los ojos. Mi corazón late descompasado. El mundo gris se colore. Naranja, blanco y rosa. Las cadenas se rompen y descubro el significado de 'alegría'.
Toda una vida huyendo desesperadamente de la verdad sin imaginar que llegaría el momento en que desearía haberla enfrentado antes.
En sus labios, encontré mi verdad. En mi verdad, libertad.
Marta y Fina se conocen desde la tierna edad de dos años, juntas viven su infancia, su pubertad y descubren lo bonito que puede ser el amor. Para mantener su unión, tendrán que lidiar con la diferencia de clases, Fina viene de una familia adinerada y Marta de una realmente humilde, aunque no es lo único que intentará interponerse a su amor, tendrán que tener cuidado con el coco.
Juntas vivirán un camino en el que sus emociones se verán desbordadas y correspondidas y su ternura irá en aumento. Pero también aprenderán cuánto puede doler que te partan el corazón porque llega un momento en que tienen que separarse.
Esa separación no será para siempre porque sus caminos se reencontrarán años después. En ese momento serán conscientes de que sus vidas han cambiado demasiado aunque tal vez no puedan decir lo mismo de sus sentimientos.
¿Puedes seguir enamorada de la persona con la que aprendiste a querer? ¿Puedes estarlo a pesar de que te partiera el corazón? ¿Y si aparece cuando has rehecho tu vida y eres aparentemente feliz? ¿Puede el amor con todo?