Choi Beomgyu es condenado injustamente a quince años encerrado en una prisión de mala muerte, sabiendo que con su estructura física no duraría siquiera un día allí. En cada prisión hay un rey ¿No? Pues en esta era Choi Yeonjun, todos le temían y con razón. Choi Yeonjun quería controlarlo todo, pero cierto joven nuevo con mejillas que enrojecían con facilidad no se dejaba controlar tan fácil. Dos personas con vidas completamente diferentes conviviendo en la misma celda las 24 horas del día... Nada bueno podría salir de eso.