La vida de Yael cada vez es más pesada, más dolorosa, más compleja. Pero es suya. Crecer es aprender que no elegimos nuestras circunstancias, que no podemos borrar nuestras huellas ni escribir historias ajenas. Yael deberá lidiar con la muerte, el duelo, el amor y la soledad. La dureza de una vida y la plenitud de la misma. Cuanto dolor cabe en un cuerpo dibuja una realidad que duele, delimita una historia cruda pero cierta. ¿Merece la pena la vida, a pesar de todo?