Perla tuvo una niñez muy diferente a la de otros niños. Su padre, siempre le dijo que encontraría una persona especial y que esa persona la haría sentirse completa. A media que Perla fue creciendo, fue comprendiendo lo que estaba mal con ella, viendo como otros niños tenían emociones cómo la felicidad, la tristeza y el enojo. Sin embargo, nunca pudo sentir esas emociones ya que sólo se sentía vacía. Como el padre de Perla nunca pudo lograr que su hija fuera feliz de alguna manera, Perla sentía lástima por su padre por lo que empezó a actuar como otros niños, fingió así ser normal. En la escuela los otros niños la intimidaban por que era diferente a ellos, por lo que Perla también tuvo que fingir ser como ellos para que la aceptaran. Desde ese punto, Perla supo que todo era más fácil si fingía ser normal. Pero aunque Perla hiciera lo que hacía una niña normal, nunca sintió nada. Sólo sentía el vacío. Un "vacío" que molestaba. Un vacío que hacía que Perla no quisiera seguir así. A media que siguió creciendo, se sentía resentida con su condición. Ella quería experimentar lo que era la felicidad, quería sentir el dolor. Perla hacía lo que fuera para sentir algo. Culpa, vergüenza o arrepentimiento. Pero nunca sintió nada. Perla pasaba los días pensando lo que le decía su padre sobre que un día llegaría una persona especial a su vida. Entonces un día, llegó un chico nuevo a la escuela, Blu. Éste chico le hizo experimentar cosas a Perla que nunca había sentido. Y desde ese día, Perla decidió que ese chico sería sólo para ella sin importar nada.
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