Ser la favorita del patrón es fácil, siempre y cuando no sea él. A Luzbel le han dicho toda su vida que no existe más que el color blanco y el negro, tanta fue su rebeldía que pintó su camino en escala de grises y siguió tras sus ideales sin importar el precio. De un día a otro puedes pasar de ser la institutriz de dos adolescentes, hijos de millonarios, a ser la mano derecha de un príncipe de la mafia que acaba de salir de la cárcel y regresa para recuperar su imperio.