-Por favor, déjame en paz, solo déjame en paz, no diré lo que eres, lo que son y lo que son capaces-el solo sonrió, acaricio su mejilla con sus nudillos manchados de aquel carmesí. -No, porque no soy el único que guarda secretos, pequeña mariposa-su voz de volvió ronca y ella solo tembló como su cuerpo es acorralado por sus manos. -Nunca lo diré. -Me gusta lo difícil, lo que se complica, aquello que se tiene que someter-ella abrió sus labios sin poder evitar gemir ante su bulto rozarle la pierna-Ahora lo comprendes estamos unidos por la lujuria y el poder. -ella solo ardió como su boca se la sometió ante aquel gruñido ahogado del lobo.