Un agudo sonido inundó todo el lugar. Aquello era tan molesto que, consiguió ensordecer a todos los presentes, haciendo que perdieran el control de su equipo durante unos cortos segundos.Al segundo, una marea de titanes rodeó el lugar y el capitán, no tuvo más remedio que disparar una bengala roja. Los titanes eran demasiados, pronto no tendrían manera de escapar y, para su desgracia, se podrían quedar sin combustible en cualquier momento. Aquello lo notó cuando empezó a perder velocidad. «¡Se acabó!» Cambió la dirección de la hoja de su sable derecho, colocando el dedo meñique y el anular en la empuñadura de la espada, para colocar el dedo corazón e índice en la parte posterior de ésta. Finalmente, sujetaba el arma como si se tratase de un puñal. Entonces, presionó los botones para que el gas saliera del metálico equipo. Con esta serie de movimientos, consiguió impulsarse con el gas y girar. «¡Muérete, bastardo!» Pero para sorpresa de todos, había fallado.