Stolas se quedó quieto, tratando de parecer sereno y principesco, tratando de no notar las miradas de su padre desde el estrado. Sus náuseas y ansiedad crecían constantemente debido a esto. Stolas no había visto ni hablado con su padre desde que estuvo allí hace diecisiete años para presentar a Octavia como su heredera. En cualquier otro tribunal donde Stolas tuviera que presentar sus lecturas celestiales, su padre había estado ocupado en otra parte y Stolas sentía que podía respirar. Ahora todo aquello lo estaba asfixiando. Las miradas de su padre, el desprecio de Stella como una nube que amenaza con envolverlo si se acerca demasiado. La fría mirada de Andrealphus.