Ella había sufrido. Olivia Peterson había luchado, había perdido, pero seguía viva. Siempre enamorada del mejor amigo de su hermano, Jackson Scott, tiene que encontrar la forma de sobrevivir al pasado.
A él le había dolido. Jax siempre protector con Olivia, la cuidaba como a una hermana, al menos eso es lo que ella piensa. Jax venía de una familia conflictiva, podría apostar por ella, y dejar al pasado atrás.
Eran dos almas perdidas, que por alguna razón encontraron su camino de regreso a casa.
Ninguno de los dos se esperaba esto, ni de esta forma, no esperaban encontrar esperanza en el caos, no esperaban encontrarse en la tormenta.
Los dos tenían grandes apuestas, ¿quién dará más?
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.