Kaveh es un hombre inteligente. Sabe de física, matemáticas, mecánica y arte y habla de todas ellas como si se tratara del clima. Lo hace con tanta naturalidad que la mayoría de las veces se pierde en sus divagaciones, dejando en shock la mente de cualquiera que se haya detenido a escuchar. Un genio, dicen unos. Un prodigio, dicen otros. Y tal vez todos tengan un poco de razón.
Pero además de todo eso, Kaveh es observador, muy observador. Sería un pecado que no lo fuera, la atención al detalle es obligatoria en su oficio y él es el mejor en lo que hace (palabras de otros, no de él). Por eso, cuando algo en lo que ha puesto los ojos sufre un cambio, por mínimo que sea, él lo notará.
Suma a la ecuación el factor Alhaitham y no hay manera de que a Kaveh se le escape un detalle.