Como alfa, siempre tuve el control, o eso creía. Él me adoraba, me seguía ciegamente, un omega que me daba todo lo que quería: su amor, su devoción, su cuerpo. Juntos éramos imbatibles, o al menos eso pensé hasta que algo cambió. Una noche, todo se fracturó. La llegada de un nuevo deseo, una figura con piel canela y una sonrisa hipnotizante, agitó lo que creíamos tener. No lo planeé, pero el poder que sentí al dominar a ambos me envolvió, alimentando mi oscuridad.
Ahora, mientras lo persigo por las calles de Londres, lo veo huir con algo que me pertenece. Siento su miedo, su traición, pero también una creciente desesperación por retener lo que aún es mío. Él piensa que puede escapar, que puede llevarse aquello que juré proteger, pero no sabe que estoy destinado a encontrarlo.
No es solo el poder lo que me excita, es su resistencia. Lo romperé, poco a poco, hasta que ya no le quede más que seguirme de nuevo. Porque aunque huya, sé que está destinado a mí. Nadie puede escapar de la oscuridad que soy, ni siquiera él.