Viserys adoraba a su hija Rhaenyra con todo su ser, amaba a su hermano Daemon aunque no confiaba mucho en él. A la hija de ambos la tenía en un pedestal, incluso sin saber que era su hija. Eso nunca le gustó a su esposa, mucho menos después de la muerte del rey cuando descubrió las verdaderas intensiones de la muchacha y cuando robó a su hijo favorito de su control. Aemond solo hacia lo que Alaenna consideraba correcto desde que se casaron. Eso implicaba que, tras la muerte del Rey Viserys y el fin del estado de paz, el príncipe tuerto no iba a enemistarse con su amada princesa solo porque su madre le exigía ser el soldado fiel de un rey ilegitimo. ¿O sí lo haría? La guerra saca lo peor de las personas, siempre, así que todo podía ocurrir.
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