Las historias adolescentes, nos hacen recordar la juventud, la felicidad y los momentos gratos que compartimos con aquellos quien en nuestra memoria perdurarán. Pero también aquella parte conflictiva, la cual muchas veces no supimos como resolver. Aria y Héctor, el conflicto indestructible, el odio viviente y palpable entre ambos. Ambos ojos conectados color café, impartían ondas electromagnéticas que irradiaban desprecio, o quizás, algo más...