Un sueño erótico nunca ha sido tan real como ahora. Siento sus labios sobre los míos, sofocantes pero adictivos. Tras dejar mis labios hinchados, sus besos descienden por mi cuello, esparciéndose desde la base hasta la nuca.
No hace falta decir que sus caricias me encienden. Le arrebato un beso suplicante que me arrastra hacia el abismo de su cuerpo. Gregorio desea lo mismo que yo; lo veo en sus ojos, ese brillo de lujuria que nos envuelve como un escudo.
Me coloca en la cama y se desliza entre mis piernas, destrozando con furia las bragas de encaje que llevo puestas, tirándolas al suelo. Su lengua saborea mi clítoris con intensidad, haciéndome gritar.
-Sí, nena, quiero escucharte -susurra con voz profunda.
Sus palabras me enloquecen. Me tortura con su lengua, chupando sin pausa, hasta que no puedo más y lo detengo para robarle otro beso. Quiero sentir sus labios, solo eso.
Sonríe con malicia, sin cambiar nada, provocándome apenas unos segundos más, hasta que mi espalda se arquea y un orgasmo me consume, mientras gimo su nombre.
Con su nombre en mis labios, despierto...
[ADVERTENCIA: CONTENIDO EXPLÍCITO, ESCENAS SEXUALES, DOMINANTE Y SUMISA]
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Todos los derechos reservados/se prohíbe copia o adaptación/
Portada hecha por/ BK CEPEDA
-Me gustas-
-Jamás dejé de amarte-
-Todavía estás metida en mi mente-
-La primera vez que te vi, lo supe... Me enamoré-
-Eres la única que calma mi acelerado ritmo cardíaco-
Cada una de estas frases se repiten en bucle en mi cerebro. Por cierto, soy Venus Afrodita. Hija de una familia multimillonaria, sexóloga y oveja negra de la estirpe Zita Grimpola.
En el corazón no se manda, eso lo tengo muy claro. Pero no puede ser que el mío sea como el arca de Noé.
Las confusiones son normales, ¿No?
O, yo soy catalogada como una gran imbécil. El punto es, tengo miedo. Mucho miedo.
Jamás en la vida sentí que caminaba por la cuerda floja, sin arnés ni malla de aterrizaje. Aunque, siendo sincera, mi vida es una montaña rusa descompuesta.
No puedo bajar de ella, simplemente soy mera espectadora.
En mis 30 pequeños años, así se siente ser yo. Las subidas y bajadas constantes, los giros inesperados y las personas que me acompañan son diversas. Algunas se bajaron definitivamente, otras ni siquiera quisieron subirse, y no los culpo.
¡Esto es una locura!
¡Cupido, AYUDA!