Bill, con la astucia de un zorro y el sigilo de un ladrón en la noche, había encontrado el escondite perfecto para su diario en el que guardaba sus más oscuros y repugnantes secretos. Oculto detrás de una tabla suelta en el suelo de su habitación, este diario era un testimonio silencioso de su mente perturbada y retorcida. Cada página estaba impregnada de confesiones que harían temblar a cualquiera que las leyera. El diario, encuadernado en cuero negro y cerrado con una cerradura antigua, contenía más que meros relatos de travesuras y deslices. Entre las líneas escritas con una caligrafía meticulosa, se revelaban fragmentos de un secreto mucho más perturbador y profundo. Bill, el villano de muchos, tenía un corazón que latía con una obsesión enfermiza y prohibida. Gran parte del contenido del diario mencionaba indirectamente su secreto más oscuro: su amor no correspondido y enfermizo por Stanford Pines. Las páginas estaban llenas de relatos de encuentros casuales, miradas furtivas y pensamientos perturbadores que giraban en torno a Stanford. Cada entrada era una mezcla de admiración desquiciada y un deseo consumado por la posesión. El diario era un mapa de su mente fragmentada, donde la lujuria se mezclaba con la locura. Bill escribía con una pasión casi poética sobre Stanford, describiendo sus movimientos, su voz, incluso los más mínimos detalles de su apariencia. Sus palabras estaban cargadas de una sensualidad retorcida, una mezcla de devoción y anhelo que bordeaba lo obsesivo. La mayoría de los pasajes eran velados, escritos en un lenguaje enigmático y casi poético que solo él podía descifrar. Sin embargo, entre las metáforas y las alusiones, la verdad se filtraba como un veneno lento. "El brillo de sus ojos, tan intenso como un rayo de luna en una noche sin estrellas," había escrito en una entrada. "All Rights Reserved
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