Meredith siempre ha vivido en una familia acomodada, siendo hija única, ella pensaba que tenía el mundo a sus pies, incluso ahora, con veintiún años cumplidos lo sigue pensando, y ¿cómo no hacerlo? Sus padres siempre le han dado todo. Pero toda esta idea cambia cuando ellos pierden mucho dinero debido a las apuestas de su padre, en donde tendrá que pagar con algo más importante que el dinero; su hija.
El señor Beaford es un hombre mayor, pero con mucho poder adquisitivo, se ha casado más veces de las que podría contar y con un hijo único que desea que se convierta en el próximo dueño de su productora, pero no lo hará, sabe de lo que su hijo es capaz y el como podría ensuciar el nombre de su querida compañía, y aunque suene como un pensamiento antiguo, él sabe que lo que su hijo necesita es una mujer, una mujer que pueda mandarlo, que pueda hacer que siente cabeza, alguien fuerte e independiente. Así que, sabiendo sobre la hija de su colega, él decide apostar en una noche tranquila, ganando la mano de Meredith para su hijo.
Spencer nunca ha sido alguien tranquilo, desde pequeño solía llorar hasta obtener lo que quería y eso no mejoró al crecer. Recordaba perfectamente todos los matrimonios de su padre, desde que se divorció de su mamá, mujer tras mujer, de las cuales se iban encariñando hasta que lo dejaban, por eso no quería que lo dejaran como lo habían hecho antes, y empezó a tener aventuras, personas de las cuales nunca podría enamorarse. Pero, cuando su padre le habla sobre que lo ha hecho por él, él acepta casarse, pero nunca aceptaría amarla, no pensaba poder amar a nadie en realidad. ¿Qué sería una chica más?
Pero Meredith no quería esto, ella quería casarse bajo sus propios términos, pero, después de una corta boda en un juzgado tan pequeño como el corazón de Spencer, ella dice no desear verlo nunca más.
Ambos dicen odiar al otro, pero el destino es más fuerte a veces, o tal vez el corazón lo sea.All Rights Reserved