Hongo decía "su amor broto del único odio". Era cierto. De pequeños capullos, con aliento de verano, creció su amor como flores en primavera. Algunos decían que solo eran niños encaprichados jugando en el nombre del amor, otros que eran por sed de aventura, pero a pesar de eso, su historia dolía como los siete infiernos. "Destinados a odiarse, pero eligieron amarse con devoción" contaba Hongo. Nunca hubo una historia como la de Odeliah y Benjicot. Bracken y Blackwood. Con el tiempo una historia gastada, subestimada por sus propias casas, ignorada por la rivalidad. Pero como recordatorio de que el amor entre dos es más fuerte que todo. El sentimiento más profundo del mundo, ellos supieron probarlo.