-No estoy de acuerdo contigo, las personas no se ilusionan solas -pestañeó varias veces, manteniendo mi mirada-, las ilusionan. Hay una gran diferencia.
-¡No, eso no es cierto!
-Izabella...
-No es cierto. Ella se enamoró porque así lo quiso. Él no le dijo que debía hacerlo. Solo intentó ser cortés y ella, en su desesperación e ingenuidad, interpretó eso de manera errónea... -mi corazón se aprieta y las palabras se ahogan en mi garganta, me esfuerzo por seguir hablando-. Ella era la niña que no supo ver más allá de su propio deseo.
-¿Izabella?
-¡¿Qué?! -grité, mi visión se nubló y me obligué a apartar la mirada.
-Estamos hablando de Avery, ¿verdad? -sentí su mirada intensa, como si quemara mi piel-. ¿Cierto, Iz?
-¿De quién más estaríamos hablando?
Ella tomó mis hombros con firmeza, obligándome a mirarla directamente, y dijo:
-De ti.
...
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