Sola, como estaba en ese lugar, no me hubiera costado para nada volver corriendo a Forks, como la niña tonta que en realidad era. Los días eran difíciles, las noches solitarias. Y era poco lo bueno que podía sacar de esa experiencia en general. Aunque de hecho estaba allí por propia voluntad. Pero todo cambio de repente. En cuando los vi, supe que tal vez algo adquiría sentido. Aunque resultaba completamente extraño su presencia en aquel lugar. Y de hecho, aunque debería haberlo tomado con extremo cuidado, supe que tenía que ser una señal de que debía quedarme en Juneau. Sí, eso es lo que era. La señal que esperaba con toda mi fe, que me haría saber que había tomado la decisión correcta al alejarme de mi hogar, y sobre todo de mi amado.
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