-En mis sueños, todo esto ha terminado. No somos prófugos de la justicia infernal ni de la justicia divina. En mis sueños, solo somos tú y yo, cuando esta guerra terminó.
En mis sueños, existimos de nuevo; enmendamos nuestros pecados, somos consagrados... Todo está bien, somos los mismos de siempre, vivimos de la misma manera por siempre. No fuimos traicionados, no hicimos esto... no hiciste esto. No hay nada que temer, no hay un misterio profundo en nuestros corazones apuñalándonos constantemente con la idea errónea de que todo fue demasiado bueno en un mundo de impurezas.
Es una mentira, es cruel e insaciable, es un caos. El mundo espiritual ya no es un hogar... no, simplemente nunca lo fue. ¿Fue avaricioso y egoísta creer que teníamos un lugar al que pertenecíamos honradamente?
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