-Jajaja, no vas a lograr nada haciendo eso, niño. Ven y te enseño -le pega un golpe a la máquina y cae la última lata de gaseosa.-
-Emm, muchas gracias. Es que no vengo mucho por acá -respondo, agarrando mis gaseosas.-
-¿Eres un nuevo jugador? Pensaba que yo era el único nuevo -dice colocándose delante de mí.-
-No, no, no, para nada. Yo no sé ni jugar, solo vengo a acompañar a alguien. ¿Me das permiso? Es que me están esperando.-
-Bueno, aunque tampoco tienes el porte de un jugador. Eres muy bajito y estás bastante delgado como para jugar.-
-No soy bajito, ese es el tamaño promedio. Que tú seas un rascacielos no es mi problema. Y gracias por tu linda forma de verme, me iré ya, antes de que me digas más cosas.-
Salgo directo a dónde estaba Hannah, con un poco de nervios por la situación que viví con aquel chico alto y muy atractivo. Su piel era blanca, más bronceada que la mía, sus labios húmedos color coral, sus hermosos ojos negros que me intimidaron y, por último, su hermosa sonrisa. Era perfecto. Ese era el nuevo jugador que había mencionado Thiago, aunque en el partido no lo vi o tal vez fue por haber prestado más atención a mi celular que al partido. Tal vez por eso lo pasé por alto.