Luva García es escéptica, pero eso no evita que sea una aficionada a estudiar mitos y leyendas. Lamentablemente, no hay muchas cosas en su vida que la hagan resaltar; Luva lleva una vida solitaria y ordinaria que no es para nada envidiable. A pesar de tener su propio departamento, cierta estabilidad económica y ser una buena estudiante, no se considera una persona que destaque por nada; sus días son grises y los desafíos cotidianos ya no le producen ningún tipo de emoción. Lleva veintitrés años en este mundo y aún no puede decir que encontró un lugar al cual pertenecer.
Sin embargo, cuando las circunstancias la hacen emprender un viaje a Cerro Lobizón para visitar a su padre, las cosas se tuercen un poco para ella. En ese pequeño pueblo perdido en medio de los Andes descubrirá que no todos los mitos son ficticios sino que, por el contrario, son tan reales que, si no tiene cuidado, pueden llegar a devorarla, atraparla, enamorarla o, incluso, salvarla (lo que sea que ocurra primero).
En el pueblo Hellwond, corren la voz de muchos rumores.
Entre aquellos rumores, se dice que hay vampiros, viviendo en ese pueblo.
Pero para Alexandra Collins, eso es algo imposible. La ficción solo es algo puramente ficticio, pues no existen los vampiros, ¿o en realidad, se equivoca?