Había algo en Marco Bellini que te arrastraba, algo peligroso y oscuro que no sabía si quería evitar o abrazar con todo lo que tenía.
Lo sabía muy bien: odiarlo era fácil, pero estar cerca de él, en ese mismo espacio, no lo era tanto. Un multimillonario egocéntrico, con un don para hacerte cuestionar todo lo que pensabas, y una sonrisa que te lo podía robar todo.
Y ahí estábamos de nuevo, cruzándonos por alguna extraña razón, por la boda de nuestros mejores amigos.
Un simple acuerdo profesional, o eso creía yo, hasta que la tensión entre nosotros empezó a volverse insoportable.
Lo que parecía un simple acuerdo profesional se transformó en algo mucho más explosivo.
"Lo que pasa es que me gusta cuando juegas al límite, y te aseguro que te estás acercando mucho a ese punto"
"Deberíamos comportarnos como adultos, ¿no?"
Marco me miró, sus labios curvándose en una expresión divertida.
"Lo que pasa es que me gusta cuando juegas al límite, Martins. Pero tranquila, no te preocupes, sé cómo mantenerte en la línea... si tú lo permites."
¿Qué hacer cuando la línea entre la enemistad y la atracción comienza a desdibujarse?
No tenía idea, y, honestamente, tampoco quería saberlo. Porque la línea ya no estaba tan clara, y Marco Bellini, con su arrogancia y sarcasmo, no me dejaba olvidarlo.
Lo que no sabía es que ese viaje a Australia, lleno de malentendidos y tensiones a flor de piel, sería el comienzo de algo que ninguno de los dos estaba preparado para manejar.
Porque cuando el deseo y el odio se mezclan, las reglas cambian, y ya no hay vuelta atrás.