En South Park, todos llevamos máscaras, algunas más visibles que otras, claro. Sin embargo, en una ciudad donde el caos es la norma, el enemigo más peligroso no es el que acecha en las sombras, sino el que se ha instalado en nuestros corazones. La desconfianza, la traición, el amor no correspondido... estas son las armas que nos están destruyendo desde adentro.
He visto cómo las alianzas se forman y se rompen, cómo el amor puede ser un faro en la oscuridad o una llama que consume todo a su paso. Aquí, en South Park, somos más que simples chicos con capas; somos el símbolo que mantiene esta ciudad en pie. Porque incluso en la oscuridad más profunda, una chispa de amor y lealtad puede encender una luz capaz de guiarnos hacia la redención. La verdadera pregunta es, ¿podremos encontrar esa luz antes de que sea demasiado tarde?