El año es 1957, y el mundo de la automoción está a punto de cambiar para siempre. El carburador Carter de cuatro cuerpos, conocido como modelo AFB, se lanza al mercado, capturando la atención de los principales fabricantes de automóviles norteamericanos como Ford, General Motors y Chrysler. Desde automóviles de lujo como Cadillac y Lincoln hasta vehículos más accesibles como Chevrolet y Ford, este carburador se convierte en un componente esencial. Lo que distingue al carburador AFB es su innovador diseño de cuatro cuerpos. Imagina cuatro carburadores individuales integrados en una sola unidad, cada uno funcionando de manera independiente. Esta configuración permite una mezcla precisa de aire y combustible en cada cilindro del motor, optimizando la combustión y mejorando la eficiencia del motor. Los ingenieros automotrices y técnicos aprecian esta independencia, ya que asegura una combustión más uniforme y eficiente, especialmente en motores de alto rendimiento. Además, el diseño integrado ofrece ventajas económicas significativas. Al compartir componentes comunes, la fabricación se simplifica y los costos se reducen, haciendo que el carburador sea más accesible sin comprometer la calidad. Esta eficiencia de producción se traduce en un producto confiable y versátil, que sigue siendo una opción preferida tanto por fabricantes como por técnicos automotrices. Así, el carburador Carter AFB se consolida como un pilar en la historia de la automoción norteamericana, combinando innovación, eficiencia y fiabilidad en un solo componente.