Desde el momento en que nací, mi vida estuvo marcada por el dolor. Mi padre, que nunca quiso que yo existiera, intentó deshacerse de mí antes de que naciera. A los tres meses, mi madre, incapaz de cuidarme, me entregó a mi abuela, donde el amor y la seguridad eran apenas un eco en un hogar lleno de gritos y disputas constantes. En la soledad de mi infancia, la compañía de mis cepillos de dientes era mi único consuelo, los cuales imaginaba como muñecas barbie en un mundo que no parecía tener lugar para mí. Cada día se desmoronaba en una repetición cruel, con mi corazón roto en pedazos que nunca parecían encajar. La tristeza y el abandono se convirtieron en mis fieles compañeros, y el vacío emocional de mi existencia se hizo tan profundo como el abismo que sentía dentro de mí. Mi nombre es Bianca, y esta es mi historia.
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