La primera vez que Jonathan Kent y Damian Wayne se encontraron fue durante una misión conjunta entre Superman y Batman. Los dos jóvenes héroes, Superboy y Robin, habían sido enviados a vigilar desde una azotea mientras sus padres manejaban una situación peligrosa en la ciudad. Jonathan miraba fascinado a Damian, a quien había escuchado mucho pero con quien nunca había tenido la oportunidad de trabajar directamente. Damian, por su parte, estaba enfocado en la misión, aunque no podía evitar notar la energía y entusiasmo de Jonathan. -Así que tú eres Superboy, ¿eh? -comentó Damian, rompiendo el hielo. Jonathan sonrió, asintiendo. -Y tú debes ser Robin. He oído que eres el mejor en lo que haces. Damian arqueó una ceja, sorprendido por el cumplido. No estaba acostumbrado a que la gente, especialmente alguien de su edad, lo elogiara de esa manera. -Supongo que eso depende de a quién le preguntes -respondió Damian con un leve gesto de modestia. A medida que la noche avanzaba, los dos adolescentes comenzaron a compartir historias sobre sus experiencias como héroes. Jonathan admiraba la disciplina de Damian, mientras que Damian encontraba refrescante la actitud positiva de Jonathan. Al final de la noche, ambos sabían que habían encontrado algo especial en el otro, una conexión que no esperaban.
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