Fragmentos de una mente

Tomás es un joven de unos 30 años, de estatura promedio y complexión delgada. Tiene el cabello castaño claro, algo despeinado y ligeramente encanecido en las sienes, lo que le da un aire de madurez prematura. Sus ojos son de un verde intenso, pero últimamente tienen un brillo inquietante, como si ocultaran algo que ni él mismo puede comprender.

Es una persona que siempre ha tenido un sentido agudo de la realidad y un notable equilibrio emocional, pero en los últimos meses ha comenzado a sentirse desconectado de su propia vida. Sus amigos y familiares lo describen como alguien reservado y reflexivo, con una habilidad innata para el análisis y una gran capacidad para escuchar, pero sin revelar demasiado sobre sí mismo.

Tomás trabaja como editor en una pequeña revista cultural, un trabajo que le permite sumergirse en mundos ficticios y realidades alternas, algo que ha comenzado a reflejarse en su propia vida. Su pasado está marcado por un evento traumático, un accidente automovilístico del cual no recuerda mucho, pero que ha dejado cicatrices físicas y emocionales que de vez en cuando resurgen.

Aunque es un tipo de rutinas y hábitos, últimamente ha comenzado a experimentar lapsos de memoria y una creciente sensación de paranoia. El desmoronamiento de su percepción de la realidad lo está llevando al borde de la locura, y Tomás se encuentra en una búsqueda desesperada para entender lo que está ocurriendo, mientras las fronteras entre su vida y su otra identidad se desdibujan.