Siempre dicen que no hay mal que por bien no venga. En el caso de Amy; fue necesario que un vacío le abrazara durante años para entender que no había otra opción que seguir adelante. Lucas nunca se había atrevido a dar el primer paso. Al contrario que Amy; él vivió acostumbrado a sentirse solo. Su ausencia de colores le hizo pintar cuadros llenos de arcoíris. No fue consciente de que le faltaban en su interior hasta que alguien se lo hizo ver. Un accidente. Dos vidas en peligro. Dos almas que se necesitaban mutuamente, y ninguna lo sabía. Dos personas que no se parecen en nada, pero se complementan como nadie. Un mismo dolor.
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