***DISCLAIMER***
Esta historia está basada en la saga de "Destino Final" por lo que hay descripciones gráficas de violencia que pueden resultar hirientes para las personas sensibles, es importante tomar esto en cuenta antes de comenzar a leer. Se recomienda discreción.
******
Para muchos, la muerte es el final del trayecto, un vacío existencial que solo deja como evidencia las memorias de aquellos que prevalecen en el mundo. Pero, ¿qué pasa con las pocas excepciones? ¿Qué pasa con aquellos que logran salvarse? ¿Por qué ellos y no otros?
Una mañana nublada, Roier es despertado por el molesto sonido del timbre, indicando la llegada de una visita inesperada. Aún con sueño, se pone de pie y se dirige a la puerta con la mente aún en blanco, moviéndose solo por la memoria muscular, al menos hasta que abre la puerta. Esperaba hallar a una persona frente a él, no una carta tendida en el tapete de bienvenida en la entrada de su departamento.
Una duda asalta su mente, alejando al instante aquella neblina que permanecía cubriendo su consciencia: él vivía en un edificio cerrado, no se podía pasar sin la llave.
Cerró la puerta, la imagen del accidente que había presenciado hacía tan solo unos meses asaltó su mente, oscureciendo con rojo cualquier pensamiento. Su miedo profundo hacia la visión que había salvado su vida invadía sus sentidos, ahogándolo en los gritos de las personas que se hallaban en la escena, en el doloroso recuerdo de los brazos de su mejor amigo conteniéndolo para evitar que regresara por su hermano.
Sacudió la cabeza, tratando de apartarse de ese oscuro lugar sin escapatoria, enfocando su atención en la carta en sus manos. Abrió el sobre y comenzó a leer; era un panfleto para una visita a la afamada Isla Quesadilla, un lugar que se jactaba de ser uno de los mejores paraísos tropicales para vacacionar.
En ese momento, Roier aún no lo sabía pero estaba a punto de vivir la peor pesadilla de su vida.