Soy Maya, tengo 18 años: niña consentida por sus padres y aunque todos crean que tengo la vida perfecta no lo es, al contrario. He sufrido mucho, por eso he aprendido a ser fuerte y mantener una muralla que desde ese espantoso día me protege de todos e incluso de mi misma. Hay batallas que todos tenemos que enfrentar solos sin que nadie sepa, las cuales dejan cicatriz o simplemente nunca llegan a cerrar, las del corazón.