Las estaciones aquí funcionaban diferente. El invierno era más frío y la nieve quemaba la piel. El otoño era fresco y las hojas se rompen bajo mis pies. La primavera era soleada y el cielo lloraba de felicidad. El verano era cálido y el sol prendía fuego en la arena. Pero no importaba la estación, la hora o el lugar, el destino estaba escrito y la leyenda lo decía: "las flores siempre mueren en agosto"
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