En una época donde los dioses dictaban el destino de los mortales, el amor florecía en los lugares más inesperados. Venus, la diosa de la belleza y el amor, había capturado el corazón de muchos, pero fue el guerrero Marte quien conquistó el suyo. A pesar de su matrimonio con Vulcano, el herrero divino, Venus no podía negar la atracción magnética hacia Marte, el imponente dios de la guerra.