"-Si no me miras en los próximos tres segundos habrás perdido la apuesta por abandono -le advierte después de intentar volcarlo, sin éxito-. Uno. -Inclinándose sobre su oreja para profundizar la intimidación, deja que su aliento roce el cartílago de su oreja. La carne de toda esa zona se le pone de gallina, roja, sensible-. Dos -alarga las vocales-, yyyyy... Tres. A Kageyama no le van las películas dramáticas pero tiene las nociones básicas (como hacerse de rogar) para sacarlo de quicio sin esforzarse". O: como todo, empezó por una competición. Apretados en una pequeña cama, con los rostros apenas separados por unos centímetros, practican sonrisas... o, bueno, es más complicado que eso.