⚠️ Advertencia: Esta historia contiene temas sensibles que incluyen la negligencia infantil (debido a la adicción a las drogas de la madre), un intento de violación, abandono, adicción a las drogas y juegos de azar. Se recomienda discreción a los lectores sensibles a estos, temas.
El olor al alcohol y al humo de cigarrillo siempre estuvo presente en mi vida. Mamá decía que era para olvidar, para que el dolor se fuera. Pero el dolor nunca se iba. A veces, el dolor venía en forma de golpes, de gritos, de hambre. Mamá se olvidaba de comer, de bañarse, de mí. Pasaba días tirada en la cama, o en el suelo, entre botellas vacías y papeles arrugados. Mi padrastro... Mi padrastro era peor. Era un hombre grande, con los ojos rojos y las manos ásperas. Olía a sudor y a algo más, algo que me daba miedo, algo que me hacía querer esconderme. Él siempre estuvo presente, su mal humor, sus gritos, y a veces, sus manos se acercaban demasiado a mí. Me daba asco su olor, su mirada, su forma de tocarme. Sabía que no debía dejarlo acercarse, pero tenía miedo. Miedo a sus gritos, a sus golpes, a su rabia. Todo eso siempre estuvo presente en mi vida.
algo diferente! Aunque conocen Mi amor por ellos.
Con cambios de roles en mis historias de MewGulf, esta historia romperá con la tradición.
yo lo haga así pero lo intenté hacerlo pero no pude
Espero que la historia sea de su agrado
Los protagonistas son
Mew Suppasit Jongcheveevat
y
Gulf Kanawut Traipipattanapong
También incluye Omegaverse
Género BL
No podía callar las voces en su mente. Gritos diciéndole lo inútil que era, la horrible vida que tenía, que nadie lo quería y moriría solo.
Solo en ese psiquiátrico en el que vivía desde los 15 años. Desde esa edad que su trastorno se hizo presente y su madre lo abandonó a su suerte en ese hospital.
-Cállense.- gritó Gulf tapando sus oídos, pegando su cabeza contra la pared de su habitación.
A sus 23 años, el joven de piel morena y negros cabellos largos, no podía controlar su esquizofrenia. Las voces en su mente eran cada vez más constantes y pronto las alucinaciones se volvieron algo frecuente.
-Tienes que morir.- le gritaba una voz masculina dentro de él, una voz muy similar a la suya.
-Cállate, déjame solo.- gritaba el chico jalando sus cabellos, desesperado por no poder callar esa voz que le causaba escalofríos.
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La vida de un artista suele ser perfecta a los ojos de los fans. Mew Suppasit casi podía confirmar ese hecho, amaba su vida.
Cantar había sido su sueño desde niño y a sus 30 años era un cantante mundialmente reconocido, no sólo por su increíble voz, sino por su inmenso amor a sus seguidores.
Siempre tierno, amable, humilde y caballeroso. Esos eran los adjetivos que describían al famoso cantante tailandés.
Pero había un aspecto de su vida que aún se sentía vacío. Su corazón.
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Cuando tu vida es un desastre, siempre necesitas un lugar que te de calma y seguridad.
Pero que tal si ese lugar seguro no es un lugar como tal, sino una persona.
La vida une gente al azar, con un propósito específico.
-Tu eres mi lugar seguro.- murmuró inclinándose para besar los labios ajenos.