-Eres la coincidencia más bonita que me ha pasado- me dijo mientras envolvía mi cadera con sus brazos -tú la mía- le respondí acercándome a su rostro quedando solo a centímetros, podía sentir su respiración mezclándose con la mía mientras que no parábamos de vernos -¿sabías que te odio?- me susurró a lo cual yo sonreí -me amas- contesté -lo sé-