El tiempo puede ser visto como un dictador que convierte a la vida en una rutina un tanto agitada, en ocasiones insatisfactoria, quizá con logros ajenos que cumplir, pero en especial con pocos minutos para disfrutar haciendo lo que realmente deseas. Lo irónico es que sólo se evidencia cuando es demasiado tarde. Esto es lo que concluye Rowan Wood, un corredor de bolsa, quien un día decide alejarse de todo aquello que había construido, luego de entender que algo le faltaba y que el tic tac del reloj avanzaba sin misericordia.
En medio de la búsqueda de aquello que le hace falta sin entender muy bien qué es, llega a un pueblo pequeño. Ahí reside Aiden Taylor, un joven para quien la vida en el rancho hace parte de su día a día y es el destino que ya tiene escrito.
Ninguno de los dos lo esperaba, pero su encuentro les permite conocer la lección más importante, porque aunque el tiempo no se detiene, cuando te atreves a hacer aquello que deseas ante de que se convierta en aquello que quisieras haber hecho, la vida brilla, el corazón encuentra su ritmo y no hay espacio para los arrepentimientos.
Descubre con Rowan y Aiden que el tiempo puede ser una danza armoniosa, que aunque dolorosa te permite encontrar el amor y el sentido de la vida.
TERMINADA
Éramos familia, pero no nos importaba correr el mayor riesgo de nuestras vidas; él no quería ese puesto, pero yo sí.
Le demostraría de que sería capaz, de lo que era capaz.
A veces uno no sabe para quien trabaja, alguien que creías conocer te puede traicionar de la noche a la mañana, si tan solo me hubieran advertido, no lo hicieron, pero las señales siempre estuvieron presentes, no las veía, estaba segada por su encanto.
Él era el vivo retrato del diablo.
Ellos eran unos demonios, sirviendo al diablo.
Yo era la cabeza a cortar.
Muchas cosas pueden pasar, tal vez en este momento van por ti y tu cabeza es la siguiente.