5 parts Ongoing Lo que un exterminio puede provocar es algo tan profundamente triste y, al mismo tiempo, inquietantemente fascinante. Es irónico, ¿no? Ver la vida apagarse en masa, como si no fuera más que una mota de polvo barrida por un aliento que nadie puede detener. Pero en este caso, todo debería haber sido normal. Otro exterminio, como los de cada año, algo rutinario, casi sin alma.
Sin embargo, esta vez fue diferente. Esta vez *ella* apareció. Un ángel. Un ser que, por definición, debería representar todo lo opuesto a mí. Y por poco me destruye. Yo, una Overlord, una demonio de clase alta, casi derrotada no solo físicamente, sino emocionalmente, por algo que no esperaba: la pureza que emanaba de su odio, la determinación en su mirada.
Era como si en ese instante todo el vacío que había sentido durante tanto tiempo se llenara de algo... algo que no puedo nombrar del todo. Tal vez fue rabia. Tal vez fue admiración. Tal vez fue la chispa de una emoción que había muerto en mí hace siglos y que ahora, por un cruel capricho del destino, se atrevía a revivir.
No sé qué me afectó más: la amenaza de perder o el hecho de que, por un breve momento, sentí algo real. Algo que me arrancó de esa apatía interminable que había convertido mi existencia en un desfile de victorias vacías. Ella despertó algo en mí, algo que me hacía recordar que una vez fui capaz de sentir pasión, emoción... y, tal vez, algo parecido al dolor.
Ahora no puedo dejar de pensar en ella. En cómo su furia casi me destruye, en cómo esa chispa de humanidad que aún arde en mí se alimentó de su presencia. Este exterminio no fue como los demás, y no puedo evitar preguntarme si eso significa algo. O si simplemente estoy condenada a perseguir esa llama hasta que se extinga otra vez, dejándome más vacía de lo que estaba antes.