"Sí, una vez conocí a una chica. Fue durante unas vacaciones. Habíamos decidido ir a Francia, mis amigos se fueron a cenar, pero yo me quedé solo, contemplando la ciudad. Aquella noche en París, compartí un baile con ella. Nunca logré sacarla de mi cabeza ese verano."
Eso es lo que él dice de aquella noche. Un romántico incurable. Quizás algún día les cuente su versión de nuestra historia, pero hoy es mi turno. A veces, los romances no son tan dulces como los imaginan. El pasado tiene una manera curiosa de colarse en el presente, y cuando lo hace... bueno, eso siempre complica las cosas. Porque, en realidad, nunca es solo una historia de dos.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.