Era media noche, hora de las brujas y ella se dirigía a la cabaña de su ex prometido por sentir ese sueño como el peor de los presagios. Tenía miedo. Miedo de la reacción que el hombre llegara a tener al verla ahí después de tanto tiempo, miedo por lo que pudiera pasar, miedo por lo que pudiera encontrarse al llegar, simple y llanamente miedo.