Muchas veces la vida te da muchas sorpresas, a veces buenas, a veces malas, nunca sabes lo que Dios tenga para ti.
Astrid y Alex son dos chicos que se conocierón sin saber que les traería el destino.
Astrid estaba segura de que con el tiempo su adoración por Alex solo fuera un falso sentimiento, pero al estar todos los días con Alex, viendolo reír, contar chistes, bailando, exactamente siendo el mismo, era demasiado difícil no tener un sentimiento por él.
Para Astrid, Alex era como una montaña... Tan trabajosa, peligrosa y difícil de escalar. Pero Astrid quería asumir el reto de llegar a la cima de la montaña de Alex, para no sentir solo su adoración por él, sino tambien la adoracion de él hacia ella.
Para Alex, Astrid era como un tornado... Algo que se llevaba todo a su paso, pero no lo destruía, todo lo contrario. Alex, aunque no lo quería admitir, Astrid era para él todo menos algo destructor. Astrid era como una canción que él tenía miedo escuchar o tocar.