En un rincón olvidado de la ciudad, donde el tiempo parecía haberse detenido, una vida solitaria se deslizaba sin rumbo, atrapada en la monotonía de la rutina diaria. Las paredes desnudas de un apartamento destartalado eran el único refugio de un hombre cuyos días se confundían en un ciclo interminable de preguntas sin respuesta y una existencia vacía. Pero en lo profundo de esa aparente normalidad, algo comenzaba a gestarse, algo que escapaba a la comprensión humana. Las noches se alargaban y el silencio se rompía con un canto lejano, un sonido tan enigmático como perturbador, que resonaba en la mente de aquellos que se atrevían a escuchar. Lo que al principio era apenas un eco, pronto se convertiría en una melodía ineludible, arrastrando consigo no solo a los débiles de espíritu, sino también a aquellos que creían estar seguros en su cordura. Esta es la crónica de una mente que, en su lucha por resistir lo inevitable, descubriría que el verdadero horror no reside en lo desconocido, sino en lo que se oculta en los rincones más oscuros de uno mismo.