De camino a casa, Ye Xin se detiene ante un precioso gatito. El gatito, con su pelaje de carey y sus ojos azul zafiro, cautiva al instante el corazón de Ye Xin. Decide llevárselo a casa. Sin embargo, pronto descubre que el gatito no es sólo una cara bonita. Tiene una personalidad fría, mal carácter y se niega a que lo acaricien o lo tomen en brazos. No come comida de gato, ni enlatada y roba constantemente los bocadillos de Ye Xin. Como resultado, Ye Xin renuncia a la comida para llevar y adquiere el hábito de cocinar en casa todos los días. A pesar de sus muchos malos hábitos, el gatito siempre se cuela en la cama de Ye Xin por la noche. ¿Qué puede hacer ella sino perdonarlo? Una mañana, Ye Xin es despertada por extraños movimientos en su cama y encuentra a una hermosa mujer tumbada en sus brazos. Esta mujer no es otra que Bai Xiyin, su archienemiga en el trabajo, que siempre ha competido con ella por recursos y puestos. Bai Xiyin, aún medio dormida, se acurruca con naturalidad en los brazos de Ye Xin y le pregunta: "¿Estás despierta? ¿No te vas a dormir?" Su voz es suave y ronca, y acaricia la barbilla de Ye Xin como si fuera un gatito.